CONCLUSIÓN

El contexto económico chino prevé buenas expectativas. Sin embargo las tensiones sociales acentuadas por el aumento de los desempleados rurales y de sus migraciones hacia las ciudades causarán cada vez más dificultades. Aún quedan numerosos progresos por realizar, en particular, en un gran número de ámbitos y en el de los derechos humanos.

Desde 1978, aproximadamente 160 millones de Chinos salieron del umbral de pobreza. Desde entonces, los efectos de la crisis del sudeste asiático fueron y son aún perceptibles en China

Si la solidaridad comunitaria amortiguó el choque de los cambios; algunas regiones de donde el Estado se retiró, ven aparecer comportamientos de depredación. Una nueva tecnocracia nació que puso y controla las inversiones, los mercados, las finanzas. El futuro de China se jugará en la capacidad del país para regular las enormes contradicciones que aparecen: oposiciones entre costa y el interior, entre el cultivo del arroz y la ganadería, entre ciudad y el campo, entre la élite y la masa, entre el centro chino y las márgenes que no son chinas, entre el sector público y la iniciativa privada, entre el autoritarismo necesario y la deseable libertad.

El Gobierno establece múltiples acciones en favor del medio ambiente. Legisla y difunde las normas medioambientales. El Gobierno pone de manifiesto que se preocupa de las amenazas que pesan sobre el equilibrio de un crecimiento económico y del marco de vida de la población. Estos compromisos permanecen a pesar de todo limitados.

¿Cómo, el poder actual, va pues a poder administrar las tensiones sociales y los problemas medioambientales (y sus consecuencias), permitiendo al mismo tiempo a China tener el crecimiento económico previsto y acceder a la primera fila de la economía mundial?

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